EL BOU DE FIRA, UN AVE MARÍA Y JESÚS ALCORCÓN

El bou de Fira fue Melancólico de Salvador García Cebada. Salió andando de toriles, abanto, con poca fijeza, se fue recto del Raval al Pla, y allí se vieron sus mejores momentos, buena condición pero sin transmitir en demasía. Volvió al Raval y poco más se vio con él. De buena presentación pese a no ser un toro grande, bajo, largo, proporcionado, estrecho, de llamativo pelaje sardo y cornalón. 












Redulzón de Lagunajanda fue el segundo toro que el ayuntamiento de Onda había preparado para este día, un toro con caja y volumen, colorado ojo de perdiz, y con una cornamenta preciosa, acaramelada y acucharada. Siendo un toro grande, tenía más armonía que el Cebada. Según tengo entedido, venía con buena nota en los papeles, hermano de padre de aquel toro tan bravo de nombre Notable nº 35 que se exhibió también en Onda en 2021, y por parte de madre, de una familia de gran calado en los Domecq, que tiene parentesco con aquel Jarabito de Zalduendo que encumbró a Emilio Muñoz en La Maestranza.

No hizo honor a su ascendencia, y tuvo un comportamiento sin acabar de definir, fue y vino pero no acabó de rematar sus acciones. Buscó la calle en varias ocasiones y cuando volvió al Raval, hizo hilo a un joven al que estuvo a punto de alcanzar, con tan mala suerte que se estrelló contra el canto de un carafal y cayó fulminado. Una lástima.




















El mejor toro de la tarde fue patrocinado por la A.C.T. La Montera y perteneció a la ganadería de Ave María. De nombre Lanudo, reata muy contrastada en la casa Cuvillo- una de las procedencias de esta vacada- como aquel nº 74 indultado por Perera en Algeciras en 2010 o aquel otro al que Jose Tomás toreó a placer en Jerez en 2016. 

Negro chorreado en morcillo, ligeramente escobillado, realizó su salida hacia la derecha sin ver al miembro de la peña que esperaba para pararlo. Se fue hacia los arcos y dio toda la vuelta hasta llegar al Pla. Allí demostró muchas cualidades: prontitud en su arrancada, un tranco precioso, nobleza y fijeza. Fue a más y se vieron buenos quiebros y rodas.  

La mejor por parte del veterano Jesús Alcorcón, pura esencia, de la antigua escuela de Onda, citó de lejos a Lanudo con despaciosidad, para luego templar su embestida y dejárselo llegar al milímetro de su riñón izquierdo, y salir airoso del embroque. Que sencillo y que bonito a la vez, la rodà de siempre hecha con arte y gusto, no hace falta más para satisfacernos.

El toro también fue pegador, cierto que lo hizo a media altura pero con bastante fuerza. Acabó su lidia en el Raval, continuó con codicia en todos los envites y ese traquito que le caracterizó, que en ocasiones le restaba mayor transmisión. 















Finalizó la tarde con la Peña Stan-K que apostó por Arroyito II, un bonito ejemplar negro burraco y veleto de Sergio Centelles. Cortito, bien rematado, enmorrillado y con poco cuello. Lo esperó el superclase Dani Martínez, en un principio quiso pararlo por el pitón izquierdo pero rectificó hacia el derecho. Le dio un primer lance, se alejó de él y se lo dejó venir de nuevo, para con el fajín ya abierto darle un derechazo. Lástima que el toro cayó. 

Acto seguido se fue hacia los carafales en los que remató sin mucha fuerza y con la carita alta. Dio la vuelta a la U y volvió a la tierra, donde desarrolló toda su lidia. Llegando a su terreno y llevándotelo a la larga es como más lució y transmitió el burraco. Destacó de nuevo Alcorcón con otra rodà sin chaqueta ni palitroke, a cuerpo limpio, marca de la casa. Dani también dejó un par de mucho sabor casi andando. 

Se llevó un par de quiebros en corto, de largo le costó más salir. En uno de ellos, al girarse apoyó mal y se hizo daño en la mano izquierda. En general tuvo importancia todo lo que hizo Arroyito II pero en algunos momentos le faltó ir de verdad y con mayor entrega.






























Por la noche y tras las complicaciones de las emboladas que siempre se dan en Onda y que merman a los ejemplares, tanto el de Ave María, como el de Sergio, dieron la cara, el primero por todo el recorrido dando el callo, y el segundo con mayor alegría y entrega que durante la tarde, pese a seguir resentido de su mano izquierda. Si no, seguramente hubiera hecho una muy buena embolada.

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